Sobrevivientes de la Health Season

Si estás leyendo esto, ¡felicidades! ¡Ganaste una raspadita con unos meses de descanso de regalo!

Ahora sí, Sr. director (Spa LA), pongamos por favor la placa roja de CrónicaTV y clamemos a viva voz:
“Terminó la Health (hell) Season. Faltan 284 días para empezar otra vez”.

Hemos sobrevivido y eso no es poco. Mirando hacia atrás (como quien diría con el diario del lunes), estos meses equivalentes al hospedaje en un 3 estrellas en Mar del Plata en plena temporada de verano, nos dejó casi como a esos felices turistas: con el flotador trabado en el ombligo y un souvenir de lobo marino que cambia de color de acuerdo al clima, es decir: SEMIARRUINADOS.
Las ojeras por las rodillas, arrugas con el tamaño de la Falla de San Andrés y varias medias agujereadas en el dedo gordo que piden a gritos ser incineradas de inmediato.

Pero, ¿quién nos quita lo bailado?
Seguramente, y como quien suscribe, procesaste una cantidad de palabras que creías humanamente imposible  de hacer por día, te aprendiste los copagos, coseguros y beneficios de los afiliados a algún plan de salud de cada uno de los estados, y casi podés decir de memoria el número de teléfono de cada Departamento de Atención al Miembro.
Soñamos con la HCS, comimos, nos bañamos y compartimos incontables horas con nuestro terapeuta comentándole que es preferencia de algunos clientes que se los llame “médico”, y no “doctor”, y que es mandatory: “mirror format source”.

El control de cambios pasó a ser nuestro mejor aliado, y confieso haber buscado en Chat GPT si lo podía llevar a mi vida real, algo así como: “barajar y dar de nuevo”, pero no. Me vaciló y respondió que la pregunta que realizaba requiere que llame con urgencia a un psiquiatra especializado en demencia, paranoia y esquizofrenia (solo vigente a partir del segundo año de contratación).

Pero la realidad es que esta, nuestra temporada alta, pasó como debía pasar: con las huellas dactilares borradas de tanto “teclear”, impregnados de coberturas de salud y sintiendo una fuerte empatía con cada “delivered” dado de cada uno de los proyectos que caían en nuestras manos.

Pero debo reconocer que, para quienes tenemos una leve hipocondría, hemos sufrido dolores en partes del cuerpo que anatómicamente no tenemos o, como se dice ahora: “no nos fueron asignadas al nacer o genéticamente”. En criollo: pasaron a formar parte de nuestras obsesiones diarias y, como siempre, buscamos problemas donde no los hay.

Si hay algo que nos enseña la HCS (temporada de cuidados de la salud, por sus siglas en inglés), es: concentración, rapidez, trabajo en equipo, dormir cada segundo que se pueda (aun en la cola de la verdulería) y que los restos de la heladera, mientras no tengan honguitos blancos, se pueden comer.

Con total honestidad, nada ni nadie nos quita la sensación de pararnos en el almanaque en noviembre y poder ver con plena satisfacción que salimos estoicos e impolutos de nuestra “playa Bristol” anual. ¡Un aplauso para el asador!

Si entonces estás leyendo esta nota con un mínimo de empatía: ¡animate! Regalate un sandwichito (o dos) de salchichón primavera en pan francés y un Naranjú* de naranja. Realmente te lo merecés 😊.

Ahora sí: juntá fuerzas, descansá y mirá por el balcón cómo pasa la gente, mientras les esbozás una burlona sonrisa de que un año más pasó y la prueba fue superada con creces.

PD: Pero ojo que la HCS 2024 ya está a la vuelta de la esquina y ¡dobla en cualquier momento!

*Si naciste fuera de la maravillosa época del Naranjú y no sabes de qué va eso, te recomiendo lo busques en Google, ¡no te decepciona nunca!

Laura Jmelnitzky
In Good Spanish

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