Personaje jugador multiclase: estudiante trabajador y universidad

Lucio Alcaide

Lucio Alcaide

Llevar adelante una carrera universitaria y, al mismo tiempo, mantener un trabajo de 6 horas diarias, 5 o 6 días a la semana. Así como lo lees: muy fácil, ¿cierto? Pues resulta que no solo es una rutina que se consume casi todas las horas de luz solar (y muchas veces, también de luz lunar), sino que, además, te demanda. Y, por si esto no fuese suficiente, nos enfrentamos a incontables minijefes de prejuicios sobre lo poco que nos aplicamos al estudio y lo poco que valoramos la formación académica.
El acceso a la educación universitaria en Argentina es gratuito. Basta con solo aprobar un examen de ingreso para poder acceder al programa de estudios completo y, en algunos casos, ese ingreso es válido para más de un trayecto académico en una misma institución.
La permanente dificultad hardcore del costo de vida y la constante inestabilidad económica nacional, que (por ahora) decidiré excluir de la ecuación de este artículo, no permiten que dicho acceso gratuito sea una alternativa atractiva y prometedora para una porción importante del estudiantado general que prioriza satisfacer las necesidades básicas frente a los resultados de una dedicación a largo plazo sin algún tipo de manutención que solvente estos requerimientos mes a mes. Existen becas prometedoras, pero lamentablemente su cupo no es numeroso y su alcance no cubre equitativamente la totalidad del territorio. Así, nos encontramos frente a facultades cuyos llamativos censos reflejan alarmantes índices de estudiantes trabajadores, recursantes y que abandonan el cursado.
Creo que mucho se sabe sobre los innegables beneficios de la formación universitaria, pero poco se hace por coordinarlos a la par de una realidad socioeconómica cada vez más presente en las aulas (ahora virtuales) de las universidades argentinas. Por esta razón, y por haber estado en esta situación, me siento en la necesidad de compartir 5 beneficios que me brindó mi experiencia como traductor independiente que cursó el Traductorado Público Nacional de Inglés en la Facultad de Córdoba, Argentina, y que, al momento de escribir este artículo, continúa cursando las últimas materias.
• 1. El conocimiento de la realidad del mercado laboral actual.
Uno de los mayores temores entre el estudiantado es no lograr incorporarse al mercado laboral luego de recorrer el extenso trayecto de formación profesional. Esto se debe mayormente al desconocimiento de los desafíos del día a día profesional. El contacto con situaciones laborales reales no solo nos permite visualizar el panorama inmediato y habitual, y perderle el miedo a ese monstruo sombrío y gargantuesco, sino también, reconocer el valor de las herramientas y de la formación académica a nuestro alcance. No solo contamos, entonces, con el bonificador a largo plazo de una formación y una certificación oficial que avale nuestras competencias, sino también con el beneficio a corto plazo de una revalorización de nuestra formación universitaria basada en la experiencia de la realidad actual en primera persona.
• 2. La revalorización de la formación universitaria.
Si bien las universidades de nuestro país cuentan con docentes de prestigiosa trayectoria y gran formación, desde que un plan de estudios es incorporado, su contenido ya no puede considerarse moderno. Mantener el currículo al día se vuelve una tarea titánica para un centro de estudios que debe coordinar esfuerzos, recursos y dedicación para formar traductores y lingüistas en múltiples disciplinas y estar al día con las novedades y con las tendencias del mercado y de la tecnología. La experiencia real, entonces, se vuelve una manera muy provechosa de poner en práctica el conocimiento aprendido, para así comprobar su utilidad y la ventaja que otorga poseerlos al cumplir encargos de traducción de todo tipo. Esto no solo asegura un ingreso económico a quienes lo necesitan, sino que también otorga a sus estudios el carácter de prioridad. La formación académica se vuelve, entonces, un medio para un fin.
• 3. El reconocimiento del modo “coop” y el party gaming.
Existen dos creencias bastante famosas para los estudiantes del traductorado: un traductor trabaja solo y lo hace en la soledad de la cueva umbría a la cual llama hogar. Es, dicho de manera más simple, un solo gamer. No obstante, no tenemos por qué resignarnos a esta realidad. Todo traductor puede beneficiarse no solo de la compañía de un colega para compartir unos mates o un café durante las horas de trabajo, sino también para documentarse, especializarse y conocer las novedades o las posibilidades de formación actualmente a su alcance. Además, contar con un colega (¡o más!) con quien trabajar en equipo nos permite ofrecer a nuestros clientes una capacidad de servicio más extensa y constante con la cual seguramente podremos entablar relaciones comerciales más beneficiosas para todos los participantes del proceso de traducción.
• 4. La búsqueda de la formación constante y la mentoría a colegas noveles y futuros colegas.
La reciente crisis global ha demostrado que algunos mercados crecen a ritmos muy acelerados. La industria de los videojuegos es evidencia de este crecimiento. No es de extrañar que casi de inmediato aparecieran incontables cursos de introducción a localización, de uso de CAT tools especializadas y de formación en transcreación (por nombrar algunos) en respuesta a esta demanda emergente de especialistas en localización. Una formación académica que va de la mano con una jornada laboral permite que un profesional adopte una postura positiva frente al valor de la búsqueda de formación y especialización profesional para responder a esta demanda. Al mismo tiempo, también se vuelve beneficiosa y remunerable la oportunidad de ofrecer formación a estudiantes y profesionales noveles que precisan de estos cursos para poder incorporarse al caudal laboral. Es, en definitiva, el combustible hacia la aparición de profesionales cada vez más valorados con trasfondos académicos distinguibles.
• 5. El acceso a un sueldo u honorarios que solventen el costo de vida básico y que permitan continuar con los estudios.
¿Qué más hace falta decir sobre este beneficio? Contar con la tranquilidad de un sueldo u honorarios que nos permitan afrontar el costo de vida diario y mensual nos da la oportunidad de enfocar la atención en el objetivo inicial: finalizar la formación académica, egresar de nuestras carreras y obtener el diploma de grado que avala nuestra formación. Lejos de distraer, el acceso casi inmediato a un pago por servicios de traducción acompañado de una formación universitaria puede ser una experiencia realmente positiva y gratificante tanto para el estudiantado como para la casa de estudios a la que pertenece.
Debemos evitar caer en la generalización mitológica del abandono universitario como consecuencia directa de la búsqueda laboral y, al mismo tiempo, fomentar el valor que trae la formación continua para todo profesional, no como un fin sino como una herramienta con la cual acceder a los niveles de prestigio de nuestra tan particular clase de personaje jugador. Una vez superada la distracción de una conducta juiciosa construida desde prejuicios y modelos ya muy distantes a nuestra realidad podremos comenzar la discusión sobre la optimización de las herramientas actuales y las posibilidades que tal conducta podría brindarnos.

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