¿Seré buen líder?

Cecilia Poratti – Essence Translations

Le pregunto a Federico, uno de mis PM, ¿sobre qué puedo escribir para el blog de TINA? Y me dice: “Escribí sobre liderazgo”.

Y acá estoy, cumpliendo sus órdenes.

Tuve y tengo en mente el accionar de mis exjefes, y siempre dije: “Si algún día lidero un equipo, voy a tener esto en cuenta”. Y todos los días de mi vida recuerdo aquella forma de pensar.

¿Qué me molestaba de los jefes que para mí no eran buenos líderes?

El control excesivo. Tenía un jefe que tenía miedo de no cumplir con lo que le requería su superior, y ese miedo se trasladaba a sus subordinados. Estaba pendiente de cada mínimo detalle que hacíamos, y se tornaba difícil de sobrellevar. No confiaba en su habilidad de liderar; y eso se transmitía. No era capaz de delegarnos nada, o peor aún, controlaba absolutamente todo lo que nos delegaba.

Con eso aprendí que para delegar y quedarse tranquilo, hay que rodearse de las personas adecuadas. Personas que, además de cumplir con las habilidades y capacidades profesionales, tengan los mismos valores que uno.

Hace poco una persona que trabajaba en mi equipo señaló a otro integrante como culpable de una entrega tardía. No solo estaba acusando a alguien inocente, sino que no se estaba haciendo cargo de su propio error. Y eso no se hace. Hasta la vista, baby.

Armar el equipo adecuado lleva tiempo. No solo cuesta encontrar personas que cumplan con los requisitos para el cargo, sino que compartan los mismos valores que uno. Y esto parece consejo de la abuela, pero “el sexto sentido nunca falla”.

Y claro que hay que estar al tanto de lo que pasa en tu empresa, pero estar pendiente de cada mínimo detalle te quita tiempo y espacio para ocuparte de las tareas de las que realmente te tenés que ocupar como líder.

¿Y qué me agradaba de los jefes que para mí fueron buenos líderes?

La confianza que tenían en mí. Es fácil darse cuenta de si se puede confiar en una persona o no. Alcanza con supervisar su desempeño la primera semana de trabajo. El grado de compromiso, la voluntad de aprender, la responsabilidad y el profesionalismo salen a la luz enseguida. Solo se necesita estar despierto y alerta durante esos cinco días hábiles.

Una vez que contamos con el equipo correcto, está en nosotros identificar quiénes son los talentos en nuestra organización y desarrollarlos. Y lo ideal es que sean mejores que uno.

Como líderes, la organización es fundamental. Pensar cómo obtener los resultados que necesitamos e impedir que el equipo se frustre es esencial para un proyecto a largo plazo.

Otros factores, casi obvios, pero a la vez necesarios para tener en cuenta como líderes, son darnos cuenta de si el equipo está contento con el ambiente de trabajo, con sus honorarios, con la capacitación y beneficios que le puede ofrecer la empresa.

Un buen líder debe actuar cuando se necesita ser firme y, a la vez, ponerse en los zapatos de los integrantes del equipo. Debe actuar cuando ve que no se está tomando la decisión acertada.

Su rol requiere conocimientos, competencia, empatía y confianza en sí mismo.

Ser íntegro y genuino. No es necesario que te conviertas en una persona que no sos para que te respeten. Muchos cambian de personalidad por miedo a perder autoridad.

Es mucho más trabajoso y no vale la pena. Si estás conforme con vos mismo, podés llegar a ser un buen profesional. Sé coherente. Esa coherencia te ayudará a tener credibilidad. Pensá y actuá con un mismo eje en todos los sentidos de la vida.

Guiar con el ejemplo. No solo se trata de hablar, sino de actuar. Si pretendés profesionalismo de parte de tu equipo, sé profesional.

Ser flexible para cambiar las formas y reglas de trabajo cuando es necesario. No importa lo que diga el manual de procedimientos. Si no funciona, cambialo.

Ser humilde. Compartí los éxitos y fracasos con el resto del equipo. Ellos lo apreciarán, les brindará seguridad y sentido de pertenencia.

Ser productivo y comunicarse eficazmente. No es necesario que estés presente en todas las reuniones entre tu equipo y tus clientes. Si confiás en ellos, ahorrá tiempo.

Empatizar. Sé sensible. Somos personas. Está atento a lo que les pasa y ofreceles ayuda.

Armar un plan y seguirlo hasta alcanzar los objetivos. Como dijo Saint-Exupéry: “Un objetivo sin un plan es un deseo”.

Aprender del pasado. No solo de tus exjefes o exlíderes, sino de los errores que vos cometiste como líder.

Nunca dejes de aprender. Sobre todo cuando hay brechas generacionales, actualizate y esforzate por ser un “experto flexible”, como dice Bilinkis en su nota: https://tinyurl.com/u9mk2qy.

Y la siguiente pregunta sería: ¿qué espera tu equipo de vos como líder? Pregunta para ellos, cuya respuesta se verá en algún momento en este blog.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

post